Qué son las constelaciones familiares

Jul 10, 2012   //   by Nuria Ros Cubel   //   Artículos  //  Sin comentarios

Valencia, 10/07/2012

Podemos visualizar a nuestra familia extensa con sus ascendientes y descendientes a modo de las fuerzas que unen e interactúan entre planetas y estrellas, el hecho que no seamos conocedores conscientes no quita que están ahí y que influyen enormemente en su existencia y en la nuestra.

Desde que Hellinger ideara esta técnica, trabajo terapéutico, arte, algunos consideran como mágico el “campo conocedor” que emerge a lo largo del desarrollo de una constelación familiar, han surgido como champiñones los consteladores.

Pero qué vemos, o mejor dicho de qué nos podemos dar cuenta a través de la imagen viva que se mueve y siente en una constelación.

Nos encontramos con un grupo de personas, habitualmente desconocidos, donde preferiblemente exista una adecuada proporción entre hombres y mujeres. El terapeuta solicita a alguien de los presentes si quiere “trabajar”. La persona que decide hacerlo y siempre desde la máxima discreción, mantiene una breve conversación con el terapeuta, normalmente sin que el resto del grupo se entere, y después de ello viene invitada la persona a que siguiendo una imagen mental suya sobre determinado problema, como una fotografía en su cerebro, elija entre los asistentes del grupo a los diversos elementos de su visión y los coloque en el centro de la sala siguiendo su orden mental y de pie. A partir de ese momento empieza la acción, y el alma familiar, el “campo conocedor”, como se llama profesionalmente, realiza su función para buscar la solución.

Lo cierto es que ya son décadas que tanto el maestro Hellinger como sus seguidores practican constelaciones a lo largo de todo el mundo y no dejan indiferentes a nadie. Tienen un triple radio de acción, el primero para la persona que decide solucionar, el segundo para los elegidos para llevar a cabo la vivencia, el tercero para los observadores.

¿Piensan que puede ser un montaje o una falacia? Es mejor comprobarlo de forma empírica. Facilítense la oportunidad de experimentarlo, como dice el dicho popular “ver para creer”.

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