“Una vez más el tan humano miedo aunque goce de poca popularidad emerge con la incertidumbre”

Abr 24, 2020   //   by Nuria Ros Cubel   //   Artículos  //  Sin comentarios


El miedo no es una emoción grata, pero a lo largo de nuestra evolución como especie así como individuos singulares no sólo es saludable sino necesaria y adaptativa. No obstante cuando el miedo es muy intenso puede fácilmente bloquearnos y detenernos en seco. Con ese parón simultáneamente se restringe e incluso anula la capacidad de reaccionar o de buscar soluciones o alternativas que nos ayuden a resolver y estar mejor. En nuestro momento presente ante el impacto de la pandemia que estamos viviendo emerge no sólo el temor real de contagio por una entidad invisible a los ojos como es un virus sino también el de la incertidumbre y el miedo a lo ignoto y al devenir.

Los efectos de esta pandemia van a incidir en muchos factores ya sea el social, económico y político pero no podemos pasar de largo la huella psicológica del coronavirus a nivel individual, la cual será más o menos profunda dependiendo de cómo cada persona gestione esta situación y de la red de apoyo con la que cuente. Hay que saber pedir ayuda para sentirnos cuidados. No podemos perder de vista que la adversidad nos puede dotar de más recursos y estrategias para poder superar situaciones complicadas, aunque a otros les genere traumas, dejando secuelas de ansiedad por el miedo a que vuelva a suceder otra vez lo mismo.

Experiencias y vivencias radicales que modifican todo nuestro día a día, nuestros planes, nuestros programas y proyectos, nos desmontan, tipo como el confinamiento obligatorio al que nos ha “invitado” esta pandemia que ha logrado en un brevísimo tiempo y particularmente haciendo referencia a “nuestra cómoda sociedad occidental”, que a pesar de todas las críticas continúas que realizamos de sus grandes faltas y defectos, nos ha permitido décadas de crecimiento social a diferencia de otros países de esferas menos favorecidas que no han gozado desde las mismas ventajas, ponernos en estado de alerta, de vigilancia, cautos y con el impacto de la incertidumbre y el temor a la pérdida del control.

Quizás estás observando que te sientes ansioso, abrumado, con dificultad para pensar, resolver problemas o tomar decisiones (incluso sobre cosas insignificantes). Tenso, agitado, irritable, inquieto o hasta en ciertos momentos aterrorizado. Precisamente te preocupa la “pérdida de control”. Percibes la sensación de que algo malo va a ocurrir. También es posible que te hayan aparecido síntomas somáticos como dolores de cabeza o en el cuerpo, dificultad para sobrellevar el cansancio así como problemas con el descanso y el sueño. Probablemente te has dejado atrapar por las emociones que acompañan al estado de inseguridad por “lo que vendrá”, o sea la ansiedad anticipatoria, el miedo, la irritabilidad, la tristeza o el enfado. Estas emociones están en estrecha relación con nuestra resiliencia o la capacidad para afrontar la adversidad, nuestra tolerancia a que suceda un acontecimiento negativo. Es arduo frecuente encontrarnos con baja tolerancia, y son tantos los que son rígidos ante el cambio con tendencia a la procrastinación constante, siendo seguidores del dicho popular «Más vale malo conocido que bueno por conocer».

Una vez más el tan humano miedo aunque goce de poca popularidad emerge con la incertidumbre

Si reflexionamos, que tiempo en cuarentena tenemos, la realidad es que es imposible tenerlo todo siempre controlado. Cuando surge el obstáculo, el impedimento en nuestro camino, obstinarnos en nuestro programa inicial puede generarnos, presión y si no es factible lograrlo incluso frustración. Esta circunstancia singular puede invitarnos a un cambio de rumbo, una respuesta diversa o saber esperar. Para conseguirlo debemos reconectar con la confianza en nuestros recursos internos, en nuestro conocimiento, nuestro talento, creatividad y en nuestra capacidad de superar lo que se presente.

Como tónica habitual cuando la incertidumbre crece las emociones como el miedo también lo hacen. Gestionar la incertidumbre es una labor emocional compleja de realizar, se tolera con dificultad. Habitualmente viene precedida por pensamientos anticipatorios, y en general como reacción secundaria le acompaña la ansiedad.

Ten presente que en muchas ocasiones la preocupación la utilizamos como estrategia para disminuir nuestra ansiedad, sirviéndonos para permanecer en ese estado donde no tomamos decisión alguna. Es saludable que identifiques la emoción, no intentes luchar contra ella, obsérvala, normalízala, no te enfades por sentirla. Restringe la duración de “conversaciones monotema” de tu angustia, márcate un máximo de dedicación temporal a las mismas y valora que si no te haces consciente te absorbe. Cuídate, respétate, piensa en lo que te gusta, en lo que te apetece, encuentra los momentos para ti.

Ejercita la flexibilidad, la vida es puro cambio, empezando por nuestras células que en cada momento están modificándose. Rétate a ti mismo y haz pequeñas pruebas de exposición, para romper tu necesidad de controlar las cosas.

En momentos de adversidad, en momentos difíciles donde la incertidumbre aflora, aprovecha la oportunidad para crecer, para conocerte y recordemos a Horacio «La adversidad tiene el don de despertar talentos que en la prosperidad hubiesen permanecido durmiendo».

No dudes en pedir ayuda, en Casa Nurmaya, te podemos ofrecer apoyo y asistencia psicológica, en este momento de confinamiento con atención vía telefónica (647 830 957) y telemática (vía Skype: Nuria Ros Cubel)


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