Cambio, crisis y el “invitado de piedra”: El miedo
Ago 7, 2012 // by // Artículos // Sin comentarios
Valencia, 07/08/2012¿Nos suenan los siguientes lamentos?: Siempre igual, todos los días hago lo mismo, soporto lo mismo, no aguanto a mi pareja, me saturan los niños, siento una condena que no puedo escapa, no puedo más… Podríamos seguir “per secula seculorum” con el listado de quejas.
Como en todo proceso de vida “normal” suceden hechos, puntos de inflexión, crisis, que nos dan la oportunidad de cambiar nuestra perspectiva y levantarnos del “sillón de la plañidera”, pero paradójicamente existe una tendencia perpetuar todavía más si cabe, en la actitud de “yo no puedo”. Es la Ratificación del viejo dicho popular: “más vale malo conocido que bueno por conocer”, o sea pánico a cambiar, y aún resulta más ilustrativo los argumentos que se esgrimen en defensa del inmovilismo, en general con muy buena aceptación del grupo social correspondiente.
Por un momento deténgase a pensar en ese recorrido de ida y vuelta a casa o al trabajo que siempre suelen realizar de la misma forma, o su “sitio” adquirido en la mesa de su casa, o esos pequeños hábitos casi ritualísticos, o…
Al parecer el repetir las mismas pautas, aunque no sean las más favorables a nuestra persona, nos concede una supuesta seguridad y tranquilidad.
Cuando de verdad llegan “las crisis” como pueden ser un duelo por el fallecimiento de una persona querida, o por una relación muerta, o por un trabajo perdido, o por una repentina descapitalización, todo ello son duelos, entre otros muchos, es cuando auténticamente entra en acción la flexibilidad para adaptarse o no dependiendo de la personalidad, se puede observar su resilencia, terminología esta última que ya expondremos en otro artículo, y que actualmente está de moda, dónde está el “locus de control” de la persona, si fuera o dentro, cuál es la auténtica fuerza del yo, su asertividad y su autoestima.
Es frecuente en estas situaciones donde nos encontramos los profesionales de la Psicología con las personas que “enferman del alma”, presentando depresiones, ansiedades, fobias, adicciones, características de personalidad que han pasado de funcionales a transtornos.
Al límite buscan el apoyo y la ayuda psicológica, como también la intervención médica con la esperanza milagrosa de las pastillas salvadoras.
En un análisis profundo existe un terrible miedo al “cambio”, da lo mismo que después sea para mejor, lo que bloquea es la angustia a lo desconocido. Nuestro primer cerebro marca mucho más nuestras razonadas decisiones de lo que se quiere saber.
Para combatir el miedo hay que mirarlo en lo más profundo de uno mismo y llamarlo por su nombre.Es interesante a modo de colofón el trasfondo del cuento “Juan sin miedo”. Tengamos presente que los supuestos inocentes cuentos hablan al inconsciente.
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